Los que me hacen sonreír.

sábado, 14 de mayo de 2011

Capitulo 4: ¿Por qué?

Necesito un poco de aire. Respirar. Tomar aire, y volver a coger y soltarlo y poder coger aire otra vez. Necesito que estés aqui a mi lado, preguntándome si me dejas sin respiración, para yo asentir y sonreírte, y entonces que me beses, y me dejes más muerta de lo que estoy. Necesito, aunque sea, verte todos lo días, pasar a mi lado, no hace falta ni que me mires, solo con saber que estas, puedo vivir. Necesito demasiadas cosas de las que me puedo permitir, necesito muchos sueños hundidos en lo más hondo de mi corazón, necesito que ser el aire que escapa de tu risa, te necesito a ti.
El corazón de Sara, vuelve a funcionar. Nosotras la miramos, medio preocupándonos, por lo que acaba de decir en ese momento. Lo necesita a él. Sara, con lagrimas en los ojos, nos mira.
-Chicas...-dice ella.
-Que? -decimos todas a la vez.
-No puedo.
-Que no puedes?
-Vivir. Por favor, matarme.
-Sara, tu estas gilipollas? -dice Cristina.
-No, en serio, no puedo soportar verlo cada día y encima, es que solo me mira...
-Que te esperas!? Tiene 15 años, casi 16. Tu tienes 13.
-Pero el amor no entiende de edades, el amor no entiende de nada.
-Pero solo tu sientes amor, solo tu puedes pronunciar esas palabras.-dice Cristina.
-Si estuvieras enamorada, no dirías lo mismo.
El silencio y las malas miradas, invaden el pasillo y un silencio un tanto incomodo, puede con ellas. El corazón se les destroza poco a poco a cada una. Sufren por su amiga, por las lagrimas que derrama cada dia por aquel chico, sufren por ellas mismas. Marta y Ana se miran. Asienten, y se ríen a la vez. Laura abandona el silencio y se une a ellas. Cristina y Sara, las siguen.
-Me río por no llorar! -dice Ana.
-No eres la única! -dice Cristina riéndose aun mas.
Salen por la puerta, y se despiden, quedando para esa misma tarde. A las 17:30, en un parque. Puntuales por favor, repite una de ellas. Laura y Marta, de camino a sus casas, hablan de Sara.
-Esta demasiado enamorada...-dice Marta.
-Demasiado es poco, pero la entiendo, cuando te enamoras, pues eso, te enamoras.
-Pero es imposible.
-Nada es imposible.
Las dos sonríen, sin creerse ni ellas mismas lo que acaban de decir. Ni un palabra. No saben ni porque hablan de su amiga, esa que llora ahora mismo. No saben ni porque dicen nada, porque puede que acaben igual, no saben nada de nada, ni siquiera saben porque hablan.


17:27.
Cristina sale de su casa. Una camiseta rosa, unos vaqueros y una chaqueta blanca se reflejan en el espejo por donde acaba de pasar. Coge el móvil y llama a Ana para avisarla de que va a recogerla. Ya esta casi al lado de casa de su amiga, cuando por lo que se llama casualidad, alguien va detrás de ella.
Cristina se gira levemente y mira a los chicos que van detrás. Creo que van a jugar al fútbol, porque llevan la mochila de deporte.- piensa ella.
Se gira un poco mas hacia su derecha y lo ve. A aquel chico que ha enamorado a su amiga, con otro dos chicos que sonríen de oreja a oreja. Uno es de estatura normal, con cresta y ojos claros. El otro es mediano tirando para bajo, rubio y con ojos marrones. Cuando se da cuenta, Cristina esta cruzando la esquina de la casa de su amiga. A lo lejos, esta ella. La llama, sabiendo que cuando se de la vuelta, se va a morir de vergüenza.
-Ana! -dice Cristina.
Ana se da la vuelta, posándose en frente de su amiga y de aquellos chicos. Sus ojos se abren como platos.
Se acerca a su amiga.
-Hola Cris...¿Sabes que tienes a tres tíos buenorros detrás de ti no?
-No me digas...!.- responde ella.
Ana los examina una vez más. Si, exacto, se ve que van a jugar al fútbol o algo así, o quizás juegen al baloncesto, o lleven esa mochila para raptar a alguien, o quien sabe puede que se la acaban de comprar y la estén estrenando. Aunque eso es lo que menos importa ahora mismo, ya que ahora no se como, van delante de ellas.
-Tienen buen culo..-dice Cristina.
-Cristina, por favor! jaja.- responde Ana.
Y sin saber porque a las 17:30 horas de un 24 de Septiembre, la boca de el chico rubio, con ojos marrones, empieza a dejarnos atónitas.
-Cristina!!...Cristina!! .- grita el chico rubio.
Las dos amigas se miran.
-Cristina, que te ha llamado!
-Lose...
-Salúdale!
-Claro y que mas!
-Bueno por lo menos date la vuelta.
Cristina hace caso a su amiga a duras penas, y se da la vuelta. Ahí como si nada, como si se conocieran de toda la vida, como si no se hubieran visto en años, esta ese chico sonriendo a Cristina y saludándola. Los mofletes de Cristina se sonrojan, hasta parecer un tomatito cherry. 
-Tía, que te has puesto más roja que un tomate.
-Calla...
Ana le sonríe, mirando a la vez a los 3 chicos alejándose. No sabe como reaccionar. Solo sabe que sus amigas a lo lejos tienen la boca abierta, sin saber que palabra articular. Marta corre hacia ellas dos.
-Cristina como ligas!.- dice Marta.
-Si claro...
Aparta la vista de sus amigas, y sigue hasta que doblan la esquina a esos chicos. Sara también los sigue con la mirada.
-Ese era José! -dice Sara medio saltando.
-Y el otro Oscar, es que vive por mi casa y mas o menos me suena- dice Cristina.
-Y el que ha gritado tu nombre? -pregunta Laura.
-Rafael -dice Marta.
-¿Como lo sabes?-dicen a la vez todas.
-Me conozco a los tres institutos juntos jajaja, ademas muchas veces lo he visto con el amor de Sara.
Las cinco amigas no saben que decir. Más bien no saben como seguir hablando, ni porque seguir hablando de esos chicos. Eso mismo, todas queremos un porque, pero no tenemos ni idea de donde encontrarlo. Sobre todo Cristina, que en su cabeza ahora mismo resuena una pregunta.
¿Por qué ese chico ha gritado mi nombre, si no me conoce? ¿Por qué ahora mismo no tendria que olvidarme de esto? Es más, ¿Por qué no quiero olvidarme de lo que ha pasado y seguir adelante como si nada?
Cristina niega con la cabeza, y mira a sus amigas que le están gritando que nos vayamos. 
24 de Septiembre.- piensa por ultima vez.