Los que me hacen sonreír.

lunes, 25 de abril de 2011

Capitulo 2: Ocurrió.

-Chicas parar ya de reíros que me va a dar algo! - dice Sara a la vez que tose.
-Es verdad, vamos a parar ya, que con el calor que hace...
-Podríamos ir a las pistas, así pasamos lo poco que queda de recreo.
-Jaja bueno, total por pasar el tiempo.
Las cinco se dirigen hacia las pistas. Con un calor insoportable rozándoles la cara, todavía un poco morena por el largo verano. Esquivando a la gente que se ríe hasta más fuerte que ellas, riéndose de ese de allí que hace el tonto, de aquel de allá al que el profesor le regaña. Se apoyan el valla, a la sombra, para que el sol no les deje sin poder mirar. Algunos chicos juegan al fútbol, otros al baloncesto. Un campeonato o algo parecido.
-Chicas, necesito agua...Hace una calor que vamos...-dice Cristina dándose aire con la mano.
-No me digas! - responde Ana mirándola de reojo.
Un balón de fútbol, se para en frente de ellas,y entonces, en ese momento, se acciona una balbula en el corazón y empieza a oprimirlo, dejando sin respiración a toda persona que estuviera en ese mismo lugar,haciendo que una chispa de emoción nos salpique en la cara.Un chico, con piel morena, de estatura normal, con buen físico, y con unos ojos marrones tirando para negro que hacían que te murieras.
-Chicas, pasarme el balón! - dijo él sonriendo.
Pasaron 5 segundos, que se convirtieron en 5 años, o décadas, no se puede decir bien.Sara reacciono.
-Joder trae ya lo paso yo! - Tiro con todas sus fuerzas el balón, haciendo que le rebotara en el pecho y una sonrisa apareciera en su cara.
-Gracias! - dijo él.
Siguieron jugando, pero nuestras caras parecían un cuadro, de esos tan perfectos que parecen que son reales, esos mismos. Y creo que desde ese momento, todo empezó. La primera sonrisa apareció. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Sara, desde la columna vertebral hasta el ultimo dedito del pie. Las demás la mirábamos preguntándonos si todavía seguía viva, una pregunta difícil de responder en ese momento.
-Sara, estas bien? - preguntó Marta.
-No, no estoy bien. No se si tengo el corazón en su siento o en la boca. Chicas, me he enamorado. Es él.
-Pero no puedes decir así tan rápido que te has enamorado. -dijo Laura mirándola.
-Si, si lo puedo decir. Es ese sentimiento que te deja sin poder respirar, ese sentimiento que hace que cuando este a un centímetro de ti, tengas que tragar saliva y suspirar para no morirte, ese sentimiento que pasa cuando de repente, sin más, alguien aparece en tu vida.
Y entonces, en ese instante nos damos cuenta. Ha empezado. La revolución de las noches en vela, de los cabrones que te criticaran por mirarles, la revolución de los corazones descontrolados en la valla de un instituto, la revolución de los sentimientos confundidos en una ciudad de no más de 35.000 habitantes, la revolución de lo nunca imaginable, enamorarse de la persona que jamás pensaste que te enamorarías y sentir como día tras día el corazón se oprime cuando estas al lado de él, pero prepararos, porque tarde o temprano los corazones de aquellas chicas sufrirán un bombardeo.