Perdidas entre la multitud, buscaban los ojos de aquellos que las miraran mal. Esquivando a la gente y a la misma vez pidiendo perdón, intentaban salir de esa cárcel parecida a Guantanamo. Con vallas hasta en la salida de las aulas, que los condenaban a estudiar día tras día.Pero no todo era malo. Las amigas y los chicos lo salvaban, de milagro. Por fin, después de nose cuantos minutos ahí, pudieron volver a respirar. Exacto, hablo del recreo. Ese tiempo de 15 minutos , algunas veces incluso menos, que te daba la poca libertad de tu vida. Un día de Septiembre, a principios de curso, se empezaron a oír los gritos de la gente, los cotilleos de las chicas más indiferentes, las risas de las que por desgracia, se creían algo. Cinco chicas miraban a su alrededor todo lo que estaba pasando por delante de sus narices.
-El mundo esta loco.- decía una mirando a otra que estaba a su lado.
-¿Me lo dices o me lo cuentas?
-Te lo cuento, que es peor.- contesto riéndose.
Esta misma que le contestaba y se reía a la vez se llamaba Cristina. La típica chica de ojos marrones, con pelo castaño y sonrisa continua que alegraba al que estuviera con ella. A su lado, mirándose las uñas, estaba Sara. Si, otra típica chica. Ojos marrones, esta vez más claros y pelo castaño corto. Indiferente a las criticas de los demas y con un caracter digamos que un poco fuerte. En frente, se encontraba Ana. Chica de carácter incluso más fuerte que el de Sara y ya es decir. Con un rizo natural y con ojos marrones claros. Al lado de ella, Laura. Al conocerla callada, pero cuando esta en confianza, cambia. Rubia y ojos verdes. Por ultimo, la chica que queda, esa que se muerde el labio frente a las ocurrencias de sus amigas, Marta. Pelo largo castaño y ojos marrones. La chica de las mil caras según las demás, la que siempre grita en los momentos más inoportunos. Ellas 5, si esas, esas que ves allí, riéndose de las ocurrencias y de los disparates de sus amigas, a esas cinco chicas, dentro de poco, la vida les dará un cambio de 360º grados.
